sábado, 11 de octubre de 2008

La educación irremediable

La educación irremediable

Fernando Savater 11/10/2008

Lo importante es saber quién va a enseñar y qué se va a enseñar. Pero mientras en Europa se debate sobre la relación entre libertad y desigualdad, en España se discute sobre la educación en valores y la inmersión lingüística.

Durante muchos años, algunos nostálgicos hemos mantenido intacto el culto a la escuela republicana francesa como ideal de esa educación ilustrada, igualitaria y laica que en tantos sitios nunca se ha logrado y en otros parece haberse perdido. Sin embargo, hoy también ese envidiable parangón está en entredicho y padece peligrosas asechanzas. Pero como quien tuvo retuvo, esa relativa degradación es vista como un serio problema social y político por nuestros vecinos. Menudean los artículos sobre el tema en los principales periódicos y han aparecido o están a punto de aparecer diversos libros que debaten la situación con amplio eco público. El proceso de corrupción gradual de la escuela republicana sigue pautas que nosotros en España conocemos ya bastante bien: los reaccionarios de derechas que se oponen a la separación efectiva de la Iglesia y el Estado pretenden en cambio imponer la separación gradual del Estado y la educación. A este fin procuran presentar como una "modernización" cuanto favorece el crecimiento de la escuela privada, con un truco impecable: lograr que quienes compiten con ella desde lo privado, por medio de concertaciones, lo hagan con el apoyo de los mismos fondos públicos.

El paso siguiente será el bono o cheque escolar, que permitirá a los padres mayor capacidad de elección de centro... lo cual favorece a quienes tienen más nivel cultural previo para ejercer la elección y desprotege a las familias que poco o nada saben de tales cuestiones. Ya no se trata de "los chicos con los chicos, las chicas con las chicas" sino también "los hijos de los cultos y los acomodados con sus iguales, los pobretes con quienes les toque al final de la cola". Como concluyó un estudio llevado a cabo en 2007 por la APED (Appel Pour une École Democratique), "en el contexto de los países industrializados avanzados de Europa occidental, el aumento de libertad de elección en materia de enseñanza primaria y secundaria se traduce como media por un aumento importante de la determinación social de las prestaciones escolares y por tanto de la desigualdad". En Francia esto equivale a un empobrecimiento de recursos para la educación pública, disminución de horas de clase (sólo cuatro días a la semana), temarios cada vez más escuálidos y confusos... Esto es al menos lo que denuncia el diputado socialista Jack Lang, que fue ministro de Cultura y ministro de Educación, en su carta a Xavier Darcos (actual ministro de Educación) titulada L'école abandonée (editorial Calman-Lévy) y también lo que sostiene Muriel Fitoussi en su Main basse sur l'école publique (editorial Demopolis), libros destinados a crear polémica en esta rentrée.

Desde luego, este nivel de discusión no tiene lugar entre nosotros. Aquí la cuestión educativa fundamental es el tema de la asignatura Educación para la Ciudadanía, convertida en problema por la manipulación mentirosa de la jerarquía católica secundada por los representantes más miopes del PP, querella encima achacada por algunos medios a la intransigencia gubernamental, cuando el ministerio ha estado siempre a la defensiva en este tema y de modo bastante timorato. Resulta que después de tantos seminarios y discursos sobre la urgencia de la "educación en valores", ahora los inquisidores decretan que educar en valores es adoctrinamiento intolerable: y últimamente ya no sólo van contra la Educación para la Ciudadanía sino también contra la de Ciencias para el Mundo Contemporáneo, culpable de contraponer el trabajo científico basado en pruebas a las creencias, que quedan reducidas a meras opiniones (según denuncia ese nuevo Malleus Maleficarum que es el suplemento Alfa & Omega de Abc). ¡Y éstos son los que llaman arcaicos a los "progres"!

La segunda preocupación de las autoridades educativas de nuestro país, en este caso nacionalistas, es asegurar la inmersión lingüística de los alumnos y garantizar que no estudien en castellano ni por casualidad para que no se distraigan y aprendan bien la lengua que cuenta, que es siempre la "otra". A este respecto no deja de ser interesante uno de los pocos puntos de acuerdo que tiene Jack Lang con el actual ministro de Educación al que critica en el libro antes mencionado: "Estos programas aprobados por usted se ordenan alrededor de la columna vertebral de la cultura: la lengua nacional, nuestra casa común. De ella procede todo. Hacia ella todo converge. Madre de las otras disciplinas, es el saber de los saberes. Un niño que no encuentra la llave de acceso a nuestra lengua es un niño herido, mutilado, humillado, excluido". Quien así habla -¡no quiero ni pensar lo que le llamarían aquí!- es un socialista francés (no bretón, ni vasco, ni provenzal, ni corso, ni normando, ni...), es decir, una variedad política sin equivalente hoy en España.

De modo que cuestiones más sofisticadas o sencillamente menos sectarias no reciben atención pública ninguna entre nosotros. Por ejemplo, el libro de Daniel Pennac Mal de escuela (editorial Mondadori, con meritoria traducción de Manuel Serrat) ha suscitado un notable revuelo en Francia: no trata de asignaturas ni de leyes educativas, sino del proceso de aprendizaje visto desde el que no aprende, el cancre o zoquete, que en este caso es un popular escritor hablando en primera persona. Una obra paralela aunque con la perspectiva opuesta -el profesor que quiere pero que apenas puede enseñar- fue publicada hace muy poco en España: El profesor en la trinchera, de José Sánchez Tortosa (editorial La Esfera de los Libros). En este caso no hubo revuelo público, ni polémica, ni nada de nada, ¡ay! Ambos libros son alarmantes y divertidos, humorísticos y algo trágicos, aunque a mi juicio es superior el de Sánchez Tortosa, porque el de Pennac -simpático y perspicaz, desde luego- resulta bastante repetitivo y finalmente un poco "blando". Sin embargo, ya digo: como si nada. Si entre nosotros se habla de alguno, será del francés y no del que describe lo que ocurre en nuestros institutos: así vamos, culturalmente hablando.

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miércoles, 1 de octubre de 2008

Príncipes etruscos. Entre Oriente y Occidente (CaixaForum Madrid de 2 de octubre de 2008 al 18 de enero de 2009)

Tipo de actividad: Exposición
Horario: De lunes a viernes, de 10.00 a 20.00 h.
El centro permanecerá cerrado los días 25 de diciembre y 1 y 6 de enero

Precio: Actividad gratuita

CaixaForum Madrid
Paseo del Prado, 36.
28014 MADRID


Todavía hoy se sigue hablando del «misterio etrusco», debido a sus peculiaridades etnográficas, lingüísticas, religiosas, políticas y culturales, que hacen a los etruscos tan diferentes de los demás pueblos de la Italia antigua. Los príncipes etruscos se representaban a ellos mismos sentados en tronos, acompañados de sirvientes, a la manera de los reyes de Lidia y Persia. ¿Se trata de un pueblo oriental que migró desde Asia Menor y se estableció en la Toscana, tal y como afirmaba el historiador griego Heródoto? ¿O eran habitantes autóctonos, tal y como defendía Dionisio de Halicarnaso en la época del emperador Augusto?

El pueblo etrusco es el más conocido de todos los que ocuparon la península italiana durante la antigüedad. En dos escasos siglos, entre el X y el IX a.C., llegaron a dominar una gran parte de la Italia prerromana: la actual Toscana y una parte de Umbría y del Lacio septentrional. La misma Roma, una ciudad latina importante, estuvo sometida a la influencia política y cultural de Etruria, bajo la dinastía etrusca de los Tarquinios, que reinaría en Roma entre finales del siglo VII a.C. y el último decenio del VI a.C.


El apogeo de su civilización empieza con la aparición de grandes centros protourbanos, donde ya es posible identificar élites emergentes con caudillos capaces de controlar los recursos agrícolas y minerales del territorio, pero también con personajes femeninos de rango elevado, tal y como se desprende de dos ajuares funerarios que recoge la exposición y que evidencian el nacimiento de una clase aristocrática. En el denominado «periodo orientalizante», durante los siglos VIII y VII a.C., se afirma una sociedad dominada por familias principescas, particularmente ricas que, como habían incorporado los usos y las costumbres del mundo griego y grecoriental, dejaron amplios testimonios de su poder y su riqueza, expresados en singulares objetos de bronce y otros materiales preciosos, utilizados por los príncipes etruscos para el servicio del banquete o del simposio, un ritual de influencia griega para el consumo de vino; o la orfebrería de oro, que en Etruria alcanza un grado de refinamiento extremo, con decoraciones de un granulado finísimo.


A partir del siglo VI a.C. las ciudades-estado de Etruria experimentan un gran desarrollo urbano, con una original arquitectura monumental que se aplica tanto a la esfera privada como a la pública. En esta exposición vemos muestras de la arquitectura sacra y diversos aspectos de la religión, la producción artística, la vida cotidiana y los usos funerarios, depósitos votivos, objetos de producción etrusca o de importación griega, grandes sarcófagos y frisos pintados descubiertos en tumbas principescas de Tarquinia.

Las obras han sido cedidas por el Museo del Louvre, el Museo Gregoriano Etrusco de Ciudad del Vaticano, el Museo Nacional Etrusco de la Villa Giulia y los Museos Capitolinos, los dos de Roma, y sobre todo por el Museo Arqueológico Nacional de Florencia, entre otros muchos museos italianos.


Discurso de Steve Jobs en la Universidad de Stanford en 2005: Vida y Muerte (subtitulos en español)