jueves, 12 de junio de 2008

Revueltas en Sidi Ifni

Hace poco tiempo he encontrado un blog con noticias sobre Marruecos, Sahara y alrededores que me parece interesante, se llama el Mirador de Tanger (según él Oriente/Occidente) y se debe a un periodista español que informa desde el terreno sobre la evolución política y social de la zona, os pongo su última entrada sobre la actual revuelta de Sidi Ifni que ha sido alarmantemente acallada por la prensa internacional y obviada por nuestra diplomacia:

Arde Sidi Ifni... ¿Y Marruecos?

Cuando llegué a Tetuán, en 1992, una de las primeras personas que conocí (un español, tetuaní de de adopción desde los años 40) me decía: “Esto cualquier día estalla”. Y justificaba la frase con este argumento: “El día que todos estos niños y jóvenes crezcan y se encuentren sin trabajo, ¿qué va a ser de ellos?”.

Pues ya lo ven: muchos han cogido la patera y se han ido, y el 80% que queda quiere irse del país lo antes posible, aseguran las encuestas. Pero, mientras tanto, aquí siguen. Y de vez en cuando sufren ataques de desesperación; como les ha ocurrido a los jóvenes de Sidi Ifni, u ocurrirá cualquier día en otras ciudades, dónde ya ha habido amagos también por la subida de precios o por la corrupción del poder.

Comparto la opinión que hace unos días manifestaba un empresario: “Esta es una sociedad enferma”, decía. “Y, en una sociedad enferma no pueden prosperar la justicia ni las empresas”. Marruecos es como una serpiente con dos cabezas: de un lado están las leyes, el envoltorio social, lo que Occidente celebra como “propuestas democráticas y de progreso”. De otro, la tradición, la corrupción, la represión, el nepotismo, el poder absoluto... Unos roles que ejercen desde el más poderoso hasta el fontanero (por poner un ejemplo) con su ayudante.

Y he aquí otro ejemplo reciente: Ayer entré en una librería, bastante grande, a las 13,15 horas... Se fueron los clientes que había y quedé sólo; uno de los cuatro empleados miró su reloj: “¿Qué, van a cerrar ya?” “No, no; todavía no”. “Ah, claro, con el nuevo horario uno se lía un poco, ¿no?... De todos modos, estarán ustedes contentos. Esto le viene bien al país. Así ahorra energía...” “Bueno... Es que... Tenemos un problema... Este horario...” “¿Y qué problema es ese?” “Es que nos coincide con la hora del rezo y, claro, nada más abrir la tienda por la mañana, como la apertura se adelanta una hora, tenemos que cerrarla para irnos a rezar”. Me abstuve de hacer comentarios... ¿Para qué? Marruecos ha legislado en los últimos años para consolidar los derechos de las mujeres y promocionarlas, para proteger a sus trabajadores y darles cobertura sanitaria y social, para conseguir mejoras en todos los órdenes... Pero esas leyes son papel mojado ante el peso de la religión, tradición y, sobre todo y por encima de todo, ante la ley de la corrupción que es la que impera.

Pero hablemos de Sidi Ifni. He leído no menos de 20 noticias al respecto procedentes de otras tantas agencias de noticias y periódicos del mundo. Es evidente que cada cual arrima el ascua a su sardina, faltaría más. En síntesis, lo que debe haber ocurrido (digo debe porque yo no lo he visto) es que ante un bloqueo continuado de los accesos al puerto por parte de trabajadores en paro (jóvenes, licenciados tal vez, obreros en general, qué más da) la intervención del ejército y de la policía ha sido brutal. Se habla de hasta 10 muertos en algunos casos, en otros de 4; de palizas indiscriminadas, de detenciones masivas, de allanamiento de viviendas, de robos por parte de la fuerza pública y de violaciones... France Press asegura que son 44 los heridos; 27 de ellos policías. Y algunas ONGs informan que los heridos se acercan al centenar. Sin duda, la represión es el colmillo afilado que enseña el poder cuando muestra su verdadero rostro. Un rostro que, como todo el mundo sabe, Occidente (todos los países que tienen aquí negocios ventajosos, empezando por España y siguiendo por Francia, Inglaterra, Alemania...) maquilla siempre que puede para que Marruecos parezca una democracia “occidental”. Nada nuevo bajo el sol con lo ocurrido en Sidi Ifni, me temo, que no sea la repetición de otras historias.

Y una vez más me vienen a la mente las frases de aquel viejo amigo, ya fallecido: “¿Hasta cuando aguantará esta sociedad enferma sin intentar acabar con los sátrapas corruptos? ¿Cuándo se dará cuenta el Poder que un día ya no tendrá margen de negociación, ni siquiera margen para la represión, si no gestiona mejor las riquezas y bonanzas que hoy disfruta el país”, insistía Manolo Rato. Éste, mi amigo, que lo había sido todo en Tetuán, que regentó una imprenta hasta la víspera de su muerte, falleció sin conocer las respuestas.

Tampoco los demás, seguramente, las conoceremos; terminaremos yéndonos con las incógnitas a cuestas. Una pena, porque Marruecos es un gran país; un país maravilloso.

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