miércoles, 12 de agosto de 2009

El origen del nombre de Extremadura

Hace un tiempo que sigo el Blog Hojas Extremeñas Sueltas y a veces me encuentro en él algunas perlas que afectan a nuestra tierra. Siempre existen aspectos heredados en la Historia que no se cuestionan y se asumen sin rechistar, pero a veces algunas personas con amplios conocimientos y sin tener ninguna herencia que asumir se atreven a cuestionar, sin censuras previas ni autocensuras empobrecedoras, aspectos inmutables expuestos en los libros de texto y que a lo mejor deberiamos cambiar.

Sin más, reproduzco a continuación la entrada completa del Blog de Pablo Gonzálvez, pasamos a conocer el verdadero origen del nombre de Extremadura.


I.- EL NOMBRE DE EXTREMADURA

No hace mucho tiempo, me pidió un amigo que le facilitara el significado y la etimología de la palabra “Extremadura”. También me solicitó una justificación del uso de la “h”, como aspiración, en mis escritos. Como ambos extremos me parecieron interesantes, acometí la investigación sobre lo primero y a continuación, me propuse dar la razón sobre lo segundo.

Cuando, iba a la escuela siendo niño, el señor maestro, castellano y siempre atento al buen castellano, nos corregía, si pronunciábamos el nombre de nuestra región como “Ehtremaúra” y hasta se enfadaba con nosotros porque no decíamos “Extremadura”. Esa evocación y las peticiones de mi amigo, han sido las motivaciones que he tenido para abordar este artículo.

En la época a que voy a referirme -principios del siglo XIII-, los reinos de la parte occidental de la península eran: Castilla, León, Portugal y el musulmán al sur. Posiblemente cada uno se referiría a esta tierra de algún modo, pero no conocemos cómo la llamaba alguno de ellos, porque el nombre no siempre ha llegado hasta nosotros. Pero no todo ha sido olvido. Algo ha quedado en alguna parte.

Don Gervasio Velo Nieto, en su libro “Coria, Reconquista de la Alta Extremadura”, hace referencia a algunos escritos que nos hablan del nombre que dieron en la Edad Media a nuestra tierra

En el apéndice X, del mencionado libro, hace referencia a una donación realizada por Alfonso VII, el “Emperador”. Dice: “Facta carta apud Salmanticam Kdas Maii era M.C.C.XVII. (1217) Regna(n)te Donno Alfonso Legione, Castella, Asturiis et Strematura”. Existen otros documentos que aporta el mismo autor, en distintos apéndices del mismo libro, donde se nombra también a Extremadura. En el apéndice XI, dice “… Facta carta Caurie XI Kalendas Mai. Era MCCXXI, Regnante Rege Domino Fernando Legione, Galletia, Asturiis, Strematura.” Este documento es de Fernando II, su hijo y está fechado en 1221.

Al final de otro documento, de 1237 que aporta el mismo autor en el apéndice XIX, del mismo libro dice: “Rudrico petri tenent Strematuram, Cauriam et Granatam”.


En el que trae en el apéndice XX dice: Roderico Petto tenente Extrematuram et Transerram”.

Si tenemos en cuenta el tiempo en que fueron escritos los mencionados pasajes, los personajes que ordenaron escribirlos y los lugares donde se fecharon, podemos afirmar que el tiempo es el siglo XIII, cuando las lenguas romances se estaban formando y fueron mandados escribir por dos reyes de Léon en distintas ciudades del mismo reino.

Si consideramos los términos con que se refieren a nuestra tierra, observaremos que uno es latino: “Extrematuram” en tanto que “Strematura” y “Strematuram” ya no son plenamente latinos, aunque se ajusten a los casos de la primera declinación, por lo que hemos de suponer que ya están, de algún modo, en lengua romance, que, podemos suponer es, en este caso, el leonés, por estar fechados en ciudades leonesas y mandados escribir por reyes leoneses, aunque Alfonso VII, lo fuera también de Castilla.

De los textos propuestos se deduce que “Extrematuram” es una palabra latina y ése era el nombre que daban en el latín del tiempo, a Extremadura que, según parece deducirse del empleo de la conjunción copulativa latina “et”, era distinta, de la Transierra.

En los términos “Strematura y “Strematuram”, apreciamos una aféresis de la “e” inicial con respecto a la palabra original, y un cambio de la “x” latina a “s” propia de la lengua romance, lo que supone ya una pequeña variación con relación al origen latino de la palabra.

He podido comprobar también que, por ese tiempo, Gonzalo de Berceo, que es castellano, hace también referencia a Extremadura, en las estrofas 180, 573 y 730, con el nombre: “Estremadura”, en su “Vida de Santo Domingo de Silos”.

En la estrofa 180 -no cito las otras, por no ser redundante-, escribe:


“Reÿ”, dixo el monge, “si tal es mi ventura,
que non pueda contigo aver vida segura,
dexar quiero tu tierra por foïr amargura,
ire buscar dó viva contra Estremadura”.

De los documentos citados se deducen varias cosas:


1ª. Conocemos los términos latino “Extrematuram”, el leonés “Strematura” y el castellano “Estremadura” con que en el siglo XIII se nombraba a nuestra tierra.
2ª. En el leonés, el término original latino es modificado, en todos los casos, en el sentido de suprimir la “e” inicial de la palabra y en el de cambiar la “x” en “s”, en tanto que mantiene el sufijo latino “-tura”.
3ª. Berceo que escribe en el romance castellano, mantiene la “e” inicial de palabra, cambia la “x” en “s” y emplea ya el sufijo castellano “-dura”.
4ª. Tanto el leonés, como el castellano del tiempo coinciden en cambiar la “x” de “Extrematuram” en “s” y, en consecuencia, me pregunto. Si, esa “x” ya no figura en las lenguas de su tiempo, quien y por qué la han vuelto a introducir en la palabra “Extremadura”?

Hemos visto que el origen del nombre es latino: “Extrematuram”; nos resta conocer su étimo o procedencia y su significado.

Como hay gusto para todo, y hoy se multiplican las opiniones, se ha querido ver en la palabra, un étimo compuesto de dos adjetivos “Extrema y Dura”; otros más imaginativos la hacen proceder de “Extremus Dorii”, pero a mí me parece evidente que el termino “Extrematuram” no es un compuesto, sino un derivado.

Recurriendo al latín, del que proviene la mayoría de las palabras castellanas –también la referenciada-, encontramos un nombre masculino “exter” que significa “extranjero, extraño, de otro país”. De él se deriva, en el mismo latín, el adjetivo “exterus, a, um” que significa “Extrerior, externo, de fuera, extrangero”. De él se forma un superlativo irregular que es “extremus, a, um”, del que podemos elegir el femenino por ser aplicado a “terra” que también es femenino. De este modo ya tenemos la raíz “extrema” de la que se forma la palabra “Extremadura”. Sólo nos resta aplicarle el sufijo latino; “-tura” y añadirle la “m” del acusativo, singular y tendremos la “Extrematuram” del texto medieval. Es decir, el nombre de muestra tierra es de origen latino y es el declinable “Extrematura, ae”, con un acusativo “Extrematuram” que hemos visto anteriormente en la frase: “Extrematuram et Transerram”.

Ahora sería bueno traducir el nombre, para lo que deberemos desentrañar los significados del sufijo “-tura” que produce en castellano, palabras terminadas en “-dura” y en extremeño en “-ura”.

El sufijo “tura > -dura (-ura, en extremeño),” es sumamente productivo en el dialecto. Suele formar derivados verbales que denominan acciones o sus efectos: acoaúra, abarcaúra, ahechaúra, barriúra, abollaúra; también suele significar el medio o instrumento empleado para realizar la acción; cerraúra, fechaúra; herraúra y también puede significar un conjunto de algo: arbolaúra, Extrema-tura (en latín), Extrema-dura (en castellano), “Ehtrema-úra (en extremeño).

Los derivados con el sufijo “tura” > “-dura, -ura”, pueden formarse a partir de verbos: alumbraúra, baleaúra, rahpaúra, cortaúra; a partir de adjetivos: aceaúra, altura, calentura, albura, Ehtremaúra y a partir de sustantivos: aguihaúra, alambraúra.

¿De dónde procede, pues la palabra Extremadura? Sin duda alguna, del superlativo irregular latino “extremus, a, um” y del sufijo latino “-tura” que unidos dan “Extrematura” que pertenece a la primera declinación, como hemos dicho anteriormente y se formó, para designar ciertos territorios ubicados en la península ibérica.

¿Qué significa la palabra “Extremadura”? Tengo para mí que, tanto para castellanos, como leoneses y portugueses, su raíz, no significa otra cosa que “lo más exterior, lo más externo, lo más de fuera”, como originario de “extremus, a, um” y, en cuando al sufijo “-tura”, en este caso concreto, expresa una colectividad, un conjunto, que, aplicado a “tierra” significaría en todos los casos: “El conjunto de tierras exteriores, lo exterior a las fronteras de los tres reinos, en los distintos momentos de la Reconquista, vistos en cada caso. De ahí que el nombre se haya ido desplazando hacia el sur, a medida que progresaba la Reconquista en los tres reinos: León, Castilla y Portugal, por lo que no hay sólo una Extremadura leonesa, sino también una portuguesa y una castellana, de ahí el lema del escudo de la ciudad de Soria: “Soria pura, cabeza de Extremadura.”


II.- ¿EXTREMADURA / EJTREMAÚRA / EHTREMAÚRA?

Ya he referido anteriormente que, cuando íbamos a escuela, de pequeño, el sr. Maestro nos corregía porque decíamos “Ehtremaúra”. No he olvidado ese hecho. Ninguna de las palabras que hemos mencionado en leonés o en castellano, es la originaria latina con que se nombró en el siglo XIII a nuestro territorio, pero alguien de la oficialidad -no el pueblo- ha querido que se vuelva al origen, al latín que ya no se habla. ¿Por qué?. El nombre “Extremadura” que se tiene como correcto, en castellano, no es el que pronuncian los nativos, que lo hacen “Ehtremaúra”.

La diferencia entre los términos “Extremadura” y “Ehtremaúra” está en tres alternativas: “x” / aspiración (h); “-d- intervocálica / y su caída y la falta de acento ortográfico / acento ortográfico.

La “x”, si no es una letra escandalosa, cuando menos es controvertida. La “x” de nuestro abecedario, está vinculada con la del latín. En la lengua del Lacio, es, hasta el siglo I, la últina letra del acecedario, de una lista de 21 y, en ella, tenía las siguientes particularidades:

Era una letra compuesta que representaba dos sonidos: ks, cuando se enfatizaba la palabra que la llevaba y gs, cuando se pronunciaba de forma relajada.

Era también doble fonéticamente pues en ambos casos, valía por una velar sorda / sonora + una dental sorda. Los casos más elocuentes se encuentran en palabras de la tercera declinación como duc y leg que al recibir la s desinencial del nominativo: duc+s o leg+ s se sustituían ambas consonantes por su correspondiente consonante doble -la “x”-, que, en los casos aludidos, darían: dux, ducis y lex, legis. Si separamos, en ambos casos, la terminción –is del genitivo, en los ejemplos propuestos, vemos que la x vale como ks en el nominativo del primero, y como gs, en el segundo.

El romance castellano generó un sonido procedente de la evolución fonética de los grupos latinos li + vocal, caso de filium; cul, caso de articulum y x intervocálica, caso de complexum, que tuvieron a bien representarlo con “x” porque había derivado, en todos los casos, al sonido velar, fricativo sordo de la jota, por lo que posteriormente se substituyó la “x” por la “j”: filium = fixo = hijo, articulum = artexo = artejo, complexum = complexo = complejo.

Sin embargo, aún han quedado palabras castellanas donde la x tiene los mismos valores sordo ( ks ) / sonoro ( gs ) que tuvo en latín, como podemos apreciar en los términos: examen y éxito.

Pero aún tiene esta letra otro comportamientos más en español y es que se pronuncia como “s” cuanto precede a otra consonante de una palabra, como podemos apreciar en las palabras: excitar, excéntrico, explícito.

En extremeño, ocurrió todo de manera mucho más simple y sencilla, porque, cualquier x, en posición intervocálica, se transformó en una “s”: axioma > asioma, axila > asila; en final de sílaba y ante consonante, como ocurre en el caso de la palabra “Extremadura”, se aspira: Extremadura > Ehtremaúra, experiencia > ehperencia, excusa > ehcusa o se combina con la consonante siguiente, convirtiendose ambas en otro fonema, del dialecto: exvoto > efotu.

En nuestra tierra, excepto ciertos excluyentes filocastellanos, todos pronunciamos “Ehtremaúra”, con aspiración y sin -d- intervocálica y con la ú, acentuáda apara marcar el hiato existente entre las dos vocales contiguas “aú”.


III.- ¿ASPIRACIÓN (h) o (j)?

En el momento de escribir en extremeño, unos lo hacen representando la aspiración con hache (h) y otros, dejándose llevar por Galán o Chamizo, la escriben, como jota (j). Me pregunto. ¿Hache o jota?

Hay dos hechos lingüísticos incontrovertibles: Uno. La hache (h), ha representado la aspiración, en algunas lenguas, entre ellas el latín. Dos. La jota (j) nunca ha representado la aspiración en ninguna lengua, a menos que yo sepa.

La “h” fue en su origen, la fenicia heth ( cerrado o muro) que pasó al griego como “eta” (H). En latín, fue un sonido aspirado que desapareció con el tiempo, por lo que pasó al castellano como h muda.

La “i” fue, en su origen, la “yodh” ( brazo ) fenicia de donde pasó al griego como “iota” y al latín como “i”. La jota, no existió en latín con el sonido que tiene en español. Tampoco se llamó jota, sino “i longa” (i larga) y sonaba igual que la i. En el siglo XI se le puso el punto a la “i” que no lo había llevado en griego ni en latín y se seguían representando la i breve (i) y la i larga, la jota (j), razón por la que también se le puso el punto y representó esta i larga en los manuscritos medievales.

Pero como, en las lenguas romances, desapareció la distinción entre i breve y larga, desapareció también ortográficamente la j que representaba a la i longa (larga).

Los holandeses la usaban porque representaba uno de sus fonemas -muy parecido al de la jota española- y el castellano la tomó de los holandeses, para representar el sonido velar, fricativo sordo a que había evolucionado la “x” que era el de la “j” ; pero el extremeño no tenía ninguna necesidad de la jota (j), porque el sonido velar fricativo sordo de la “j” y el velar fricativo sonoro de la “g” ante “e, i”, no existen en extremeño, ya que se convirtieron en una aspiración (h). Por lo tanto, el extremeño no tuvo necesidad de adoptar esa jota.

He aquí, entre otras, la razón por la que no represento la aspiración con “j”: porque la “j” no existe en el abecedario, ni en el vocabulario extremeño, aunque se use, como otras consonantes, que tampoco existen en extremeño, para representar palabras de otras lenguas.

Conclusión:

En primer lugar, a mi juicio, el nombre de nuestra tierra es “Ehtremaúra” que es como se ha pronunciado siempre y no “Extremadura”, como se nos impone desde la oficialidad, y significa “Tierras extreriores, o fronterizas” en los tres reinos más occidentales de la península en la Edad Media: Portugal, León y Castilla.

En segundo lugar, empleo la “h”, para representar la aspiración, a la hora de escribir, por varias razones:


1ª. Porque la “j”no existe como fonema en el dialecto.

2ª. Porque originariamente fue una “i” y no una aspiración.

3ª. Porque aun siendo un préstamo muy útil para representar un fonema en el castellano, es innecesaria en extremeño, porque ningún término de nuestro dialecto se pronuncia con jota.

4ª. Porque la “h” ha sido, al menos en la lengua matriz, una aspiración y he recurrido a ella, porque he considerado que siempre es más racional emplear un grafema con el carácter que antes ha tenido que elegir uno que no ha tenido ese carácter o inventar uno nuevo.


Como el hombre, no es perfecto y lo que hoy parece cierto, mañana puede no serlo, porque así se demuestra con argumentos más convincentes, ya que las lenguas no son ciencias exactas, siempre estaré dispuesto a aceptar otros puntos de vista que estén mejor argumentados y sean más razonables que los míos.


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