El título de este artículo (Cartago debe ser destruida ) es una locución latina atribuida a Catón el Viejo , al igual que otra más completa Ceterum censeo Carthaginem esse delendam (Además opino que Cartago debe ser destruida ).
Catón la pronunciaba cada vez que finalizaba todas y cada una de sus
intervenciones, se encontrara hablando en el senado de Roma, en el foro o
en los retretes públicos. Cartago debía ser destruida, no se trataba
sólo de vencerla, había que arrasarla, borrarla de la faz de la tierra y
eliminar su recuerdo.
José Ignacio Wert , ministro de
Educación y Cultura, parece tener por mentor a Catón y su lapidaria
sentencia. Su actitud ante la Educación es la misma que Catón ante
Cartago. Ha emprendido unas reformas educativas que sin entrar a
valorarlas, al no estar definidas en su mayoría, arrasan el actual
sistema educativo en todas sus vertientes. El problema que tenemos los
docentes con estos políticos designados para disciplinas de las que no
son expertos, es que intentan devastar todo lo anterior, sin discriminar
lo positivo de lo negativo y sin esperar el momento adecuado para
hacerlo. Así han hecho derogando los temarios de oposiciones docentes
aprobados en noviembre y volviendo equivocadamente a los anteriores de
1993.
Nuestro Ministro justifica lo indefendible al decir
que "considera que la implantación de nuevos temarios (...) introduciría
un elemento de inestabilidad en el sistema educativo, que perjudicaría
los intereses tanto de los colectivos directamente afectados, entre los
que destacan los aspirantes a participar en los procesos selectivos,
como de la comunidad educativa".
¿De verdad han pensado en los
opositores? ¿Esos que estaban preparando el nuevo temario desde el 2010,
que se han gastado miles de euros en academias y temarios que ahora no
sirven para nada? ¿De verdad crea esta medida alguna estabilidad, cuando
plantea la posibilidad de publicar un nuevo temario en cualquier
momento, cuando ni siquiera lo ha comunicado a sindicatos y CCAA? Ni
emocional ni académica, me temo.
Al escuchar las declaraciones
del señor Wert en su toma de posesión no percibía estar escuchando a un
experto en educación, ni a un sufrido docente: estaba ante un político
indocumentado con un discurso ideológico, diametralmente opuesto a la
realidad y la problemática educativa que sufrimos en España. No habló
nada sobre las elevadas ratios de las aulas, de la inestabilidad
normativa que nos impide hacer nuestro trabajo, de la falta de medios y
personal en los centros, de la excesiva carga lectiva, de la deficiente y
politizada actuación de la inspección educativa, del control ideológico
de los centros por la Administración y la añorada elección de los
equipos directivos por los claustros, de la indefensión de maestros y
profesores ante las crecientes agresiones, de la dejación de las
familias sobre la educación de sus sobreprotegidos hijos, de cómo será
el sistema de oposición, de las trabas a la investigación, de la
indecente endogamia universitaria- En fin, nada de ninguno de los
problemas reales de nuestra Educación.
La reforma educativa
anticipada por el ministro es la séptima de la democracia, la octava en
42 años. Que se cambie la legislación educativa en cada cambio de
Gobierno es nefasto para el sistema y su resultado sólo implica aumentar
el fracaso escolar. Los maestros y profesores estamos hartos de tener
que cambiar nuestras programaciones y nuestra forma de trabajar en
virtud del capricho del político de turno, el cual sólo consigue
aumentar el fracaso educativo perpetuando su nombre con el indeleble
sambenito de su ineptitud.
El camino marcado en Extremadura con
su consensuada Ley de Educación por partidos políticos, sindicatos,
padres y madres, movimientos de renovación pedagógica- es el único que
debemos recorrer para establecer siquiera cualquier nimio cambio en
nuestro sistema.
Volviendo al inicio, tras ser derrotada en la
tercera guerra púnica, Cartago fue destruida hasta los cimientos y
sembrado su solar con sal para que nada volviera a crecer allí, su
población muerta o esclavizada y borrada sistemáticamente toda
referencia a su cultura.
Nuestro sistema educativo no funcionará
hasta que nos dejen trabajar a los docentes, sin injerencias ni
agresiones de los políticos de turno. Nuestro futuro está en juego y
estamos hartos de que sea dilapidado alegremente por advenedizos que
sólo buscan colgarse medallas ideológicas y crearse una reputación
hundiendo a nuestros alumnos en el pozo de la ignorancia. Esperemos que
el señor Wert no aplique demasiada sal sobre la educación española y
podamos felizmente obtener jugosos frutos el día de mañana.
José Manuel Chapado (Presidente del Sindicato PIDE)
Artículo de Opinión publicado el 11 de febrero de 2012 en El Periódico Extremadura